17.2.06

NOCHE DE CUERVOS


Puede ser difícil de creer, pero hay noches en las que realmente no vale la pena ser rubio; noches en las que el cabello azabache, los cerquillos podados, el rimel y los esmaltes negros se imponen con todo el poder estético del dúotono; noches en que debes vestir algo de piel (un abrigo, unas botas, unos pantalones, una boina o por lo menos una pulsera) bajo riesgo de ser atacado por una indiferencia espectral; noches, en fin, como las del pasado miércoles, en la que el concierto de Bauhaus, tan esperado por la fauna gótica barcelonesa, colmó el Razzmatazz como pocas veces he visto, elevando la temperatura de la sala e invocando irremediablemente al primer enemigo del look dark: el sudor.

Un impredecible soundtrack dub fue el preludio de la aparición (demorada) de los padres siniestros, quienes antes de salir extendieron como alfombra sonora un bramido de bajos que hicieron retumbar el suelo y las emociones sombría y calurosamente agolpadas. El primero en dar la cara fue Daniel Ash, con lentes negros a lo Bono y un chaleco con aplicaciones de un pelambre de apariencia licántropa. Las primeras notas de (creo) Double Dare sonaron mientras los otros integrantes surgieron de las sombras, Peter Murphy iluminado cenitalmente, al fondo de todo, de traje negro y rosa en el ojal. Desde el inicio la banda nos dio lo que esperábamos: actitudes impasibles, ritmos robustos y serpentinos, guitarras afiladas, gritos cavernosos. Toda una maquinaria post punk que se cernía sobre nosotros con intenciones cercenantes. No es violencia ni crueldad, sino predestinación predadora, más cerca de El Gabinete del Dr. Caligari que de cualquier serial killer gore.

Al principio me pareció extraño que no contaran con algún apoyo visual, dada la riqueza del imaginario del que podían echar mano, pero es cierto que eso los hubiera comparado a tantos grupos que hoy en día usufructúan su tenebrosidad cartón piedra. Bauhaus va directo a la yugular. La forma de tocar de Daniel Ash me recordó mucho a la de Andy Hill (Gang of Four), y la verdad no conozco muchos guitarristas a los que pueda comparárseles con un afilador de cuchillos. A su lado, Murphy se movía como el conde sensual y elegante, el hechicero dandy que arroja versos negros y rosas rojas al lado de su guitarrista, ese ente poseído que juega a torturarnos con agujas que nos hincan el cerebro, y de una sección rítmica implacable y precisa como esclavos zombies.
Creo que tocaron todo lo que debían tocar, a excepción de Third Uncle, el cover de Eno que de buena gana hubiera cambiado por su Ziggy Stardust. Puntos álgidos fueron She´s in Parties, Telegram Sam, In the Flat Field, The Passion of Lovers, y obviamente Bela Lugosi´s Dead, con el que casi a medianoche cerraron magistralmente el concierto, luego de repetidos bises de una sola canción que no hablan muy bien de su resistencia en el escenario.

Después fuimos con Alberto y una pareja de amigos suyos a un club nuevo, The Factory, donde había recalado mucha de la peña darky. Noche ochentera: deja-vu inevitable de Noctulus, Brujos y esos antros limeños que a mi pesar confieso extrañar, con la única diferencia de que acá casi todas las chicas eran guapas, la ropa era más fashion y la cerveza más cara. De regreso a casa, encontramos una cazadora de piel tirada en una esquina. A su alrededor había manchas de sangre. La cogí y estaba en perfecto estado, salvo unas gotas de sangre que descubrí en el cuello. No, no estaba borracho. Lo juro. Lástima que no sea mi talla.

11.2.06

Depeche in my eyes


El concierto de Depeche Mode de anoche fue otra de esas raras ocasiones en las que tienes frente a ti un momento con el que has soñado por años sin saber que lo ibas a vivir (y por meses sabiéndolo ya) y que de pronto te rodea y tu no entiendes porqué no sientes ese éxtasis que tanto imaginabas. Tus ojos ven de cerca a tus ídolos y te parece que falta algo, como si en ese momento tu deseo te abandonara y no tuvieras otro remedio que fascinarte instantáneamente diciéndote que ellos son, que estas ahi, que esa es la canción y que más te vale moverte porque en dos horas todo acabará. Me imagino que tiene que ver con la pátina glam de todo lo que en un momento nos parece inalcanzable, con esa aura intraducible al pasar del mundo de lo ideal al de lo sensible. Puedo enumerar cientos de experiencias parecidas, ya sean artísticas, turísticas, materiales, sexuales, psicodélicas, etc.
Lo que no quiere decir que el concierto no haya sido de puta madre y que no lo haya disfrutado al máximo. Dave Gahan no es un Iggy Pop en derroche de energía pero esta en plena forma y pocos en el showbusiness pueden mover el culo como él. Martin L. Gore también se lució con su disfraz de ángel o cacatúa y entonando esos himbos de oscuridad, dolor, sexo y redención con una voz de castrati y un look de freak que aumenta a medida que pasan los años y se le caen las cejas. Tocaron además de los obligatorios temas del último disco una buena selección de hits clásicos. El sonido y las luces estaban increíbles y los vídeos mejor aún: seis pantallas agrupadas asimétricamente donde las imágenes del concierto, limpias o procesadas, se intercalaban con material de archivo duotono estilo Devotional o retratos tipo comic de los integrantes. Hay que decir que la música siguió fiel a esa vena rockera de sus últimos tiempos, más tirando al ritmo oscuro y pesado que al bailongo remezclado. Las dos horas que duró el concierto, desde The Pain that I´m Used To hasta Never Let Me Down (segundo bis) pasaron volando, como sucede cuando se encadenan éxitos y el público no deja de corear y de agitar los brazos pidiendo más.
En tres días toca Bauhaus. Aunque no los he seguido con igual devoción, imagino que será un concierto igual de intenso e inolvidable.

10.2.06

Haute cuisine


Trouble Every Day, la primera pelicula que veo de Claire Denis, me ha impresionado bastante. No es un policial, no es una película de horror, no es un drama, no es una película erótica, pero toma de cada género un elemento y los combina logrando un clima de misterio y sensualidad ganados a pulso, sin caer en convencionalismos académicos. Me gusta cómo Denis ha estructurado la historia a partir de tres parejas que sin saberlo configuran un triángulo bizarro de guardianes, presas y predadores. El primero es el conformado por Alex Descas y Beatrice Dalle, un doctor venido y su paciente/esposa enjaulada en una casa/labortorio de donde a veces se escapa para tirarse desconocidos y abrirles la garganta a mordiscos. La segunda pareja la conforman un perturbado Vincent Gallo y una angelical Tricia Vessey, esposos de luna de miel en Paris que nunca follan y se limitan a pasear por la ciudad por separado mientras el otro rumia en el cuarto de Hotel. La tercera, menor, la integran Florence Loiret y su desconocido novio moticiclista. Ella es la mucama que limpia la habitación de los recien casados detieniéndose a inspeccionar sus cosas o fumarse un cigarro en su cama. Hay crímenes, pero no policias ni noticias en los diarios. La única investigación la hace Shane Brown (Gallo) quien busca a un antiguo colega (Descas) por algo relacionado a una investigación médica muy controversial en la que estuvieron oscuramente mezclados. Además de eso, sólo sabemos que Core (Dalle) gusta de la carne masculina fresca y que su esposo limpia todos sus banquetes; que June (Vessey) esta muy enamorada pero no se entera de nada y tiene que quedarse calentorra mientras su esposo corre a masturbarse en el baño; y que Christelle (Loiret) es una linda mucama muy curiosa y facil a la hora de ligar con los huéspedes guapos. El gran aciero de Denis es en no explicarte con qué estaban experimetando estos médicos para que su investigación haya caído en el descrédito del gremio (sólo sabemos que tiene algo que ver con neurología), qué le hicieron a Core para que se vuelva tan loca y porqué Shane se obsesiona tanto por hallarlos y tiene todo el tiempo una cara de enfermo miserable que no puede ni echarle un polvo a la muñeca de su mujer. No hay nada de rollo científico ni policial, sólo comportamientos extraños, mucho silencio (casi no usa diálogos), detenidas observaciones de los cuerpos protagonistas, algunas melodías de Tindersticks, violencia sexual muy gore y una ciudad fría, romántica y pródiga en inmunidad. Fragmentos misteriosos de una versión desbocada de Cat People.
ESTA NOCHE ES EL CONCIERTO DE DEPECHE MODE

7.2.06

Meliés

Una de las mejores cosas de Barcelona es sin duda el cine Meliés. A pesar de su obsesión con Bergman y Rohmer (las cinematografías anfitrionas de la sala) desde que llegué he podido ver obras del calibre de Eraserhead, Pi y muchas otras películas que siempre soñé con ver o volver a ver en pantalla grande.

Ayer pasaron Double Indemnity de Wilder y puedo decir que es uno de los mejores film noir que he visto. A pesar del imperdonable final, que omite la vuelta de tuerca magistral que James Cain hace en su libro, Perdición (como se la llama en castellano) es un noir clásico por lo arrebatador de su narración (Chandler inside), el típico pero super bien llevado suspense de la confesión o relato retrospectivo, los diálogos irreales y magníficos como piezas de un mecano, y la infaltable femme fatale, que nunca esta mejor caracterizada que por una actriz pequeña (el señuelo de la fragilidad), rubia (platinada) y no muy bella (o bella pero no de una manera tradicional, no tan perfecta como una Rita Hayworth, por ejemplo, que en Gilda más que una femme fatale es una simple femme fou, o fatal en segundo grado. Pienso en actrices como Barbara Stanwyck o Lana Turner, hermosas sin duda, pero que al caracterizar a estos personajes tienen algo que en lugar de ensalsar glamorosamente su belleza atenta contra ella. Armonía vs. contraste. Vean el peinado de la Stanwyck: artificial, sofisticado, intrigante, a contracorriente de estado libre y natural que la hace ver (sólo) guapa a la manera clásica).

Se que estoy pecando de ignorante al pasar por alto el peso de las tendencias y las modas, pero no me interesa hacer historia sino simplemente registrar una percepción personal y actual de esos "signos".
Bueno hoy espero ir a ver algo de Bartas.
En libros tengo que terminar el de Edward Gorey y Felizberto Hernández (ya me han escrito varias veces de la biblioteca para que los devuelva). Hasta ahora el mejor cuento me parece Las Hortensias. Desde hace tiempo tenía mucha curiosidad por Hernández y, aunque creo que no lo estoy leyendo en el mejor momento (mis intereses literarios se han reducido a sólo un tono como el estómago de un vegano), ha sido un placer encontrarme con su imaginativa forma de nombrar sensaciones y describir pensamientos, a la que Cortázar debe haberse sentido muy cercano, siempre tratando de huir de cualquier fórmula conocida y fundando así su mundo de corteses y cultivados laberintos. Ahora que lo pienso, Gorey podría haber sido un buen ilustrador de su mundo, añadiéndole seguramente algo más macabro a la inofensiva locura de sus personajes, pero compartiendo con él ese mundo señorial, excéntrico, solitario o casi deshabitado. Mas que personajes reales, parecen ser ánimas atrapadas y objetos conscientes los que pueblan ambas obras.
Bueno dejo esto para retomar mi portafolio web y el poema largo al que he estado ultimamente dedicado.

6.2.06

She wants revenge

Magnífico título para mi último descubrimiento musical. Lástima que detrás de un nombre y una portada tan tarantinianos sólo encuentre un clon de Interpol, quitándole la potencia de muchos riffs de éstos y manteniendo sí su dinamismo de maniquí. Explorando su web encuentro un vídeo que a pesar del ridículo final tiene un clima y un misterio (mezcla de Lost Highway y Charles Burns) que me gustaron mucho. Además de eso, y gracias a la sorpresa del Bedsit tapes de Soft Cell, continúo en mi retroexploración del synth pop. Últimos downloads: Penthouse and pavement de Heaven 17 y la pequeña discografía de Blancmange.

Y hablando ya de audiovisuales, ayer vi Siete hombres invisibles, la última película del lituano Sharunas Bartas. Director de la estirpe de Sokurov o Tarkovski (pero menos meta-aburrido que éstos), lo que primero me atrajo de Bartas fue que tiene como musa de muchas de sus cintas a Katerina Golubeva, el ángel negro que me fascinó en Pola X, de Leos Carax (el Lynch galo), quien justamente lo apadrinó presentándolo en el Festival de Tours en 1995 y quien además hace de él mismo en una de sus películas al parecer más contemplativas, La casa. El cine de Bartas es casi ambiental, prescinde de los diálogos como engranajes de la narrativa y más bién los reduce a un elemento sonoro más (para bien de los subtítulos en catalán). Sus historias se mueven más entre los paisajes desolados de la estepa y las miradas de sus personajes, intensas como el aguardiente, sus rostros ajados, mal afeitados, con arrugas o marcas que igualan a viejos y jóvenes con la dureza de un destino de miseria, auto-destrucción y aislamiento.

Hoy luego de mi dosis noir con Double Indemnity tengo otra cita con Bartas, seguramente su ópera prima Tres Días y tal vez La casa.