5.2.09

Viaje a Santa María


Vaya lujo: los nombres de Mario Vargas Llosa y Juan Carlos Onetti juntos en una misma portada. Y no me refiero a la foto superior, sino al último libro del escritor peruano. Rigor académico y oficio de escritor han vuelto a unirse en El viaje a la ficción / El mundo de Juan Carlos Onetti, que nace de lecciones impartidas por él en la Georgetown University en 2006. Para quienes han leído los textos del primero que analizan a García Márquez, Flaubert o Arguedas no es secreto que su profundo conocimiento de las obras, unido a sus dotes de narrador, hacen de éstos libros ejemplares. Rara vez tenemos ante nosotros un ensayo donde erudición y lucidez se lean tan impulsivamente como una buena novela policiaca.

Lo genial de Vargas Llosa es que en sus ensayos no sólo nos habla de la obra, vida y época del escritor que estudia, sino de su visión personal sobre la literatura y la narrativa en general. Analizando los textos, comentando la biografía, contextualizando la época, Vargas Llosa nos habla de sus propias ideas sobre la literatura.

Pensamiento y pasión so los ingredientes que hacen tan especiales sus textos, y cuando a ellos se agrega su experiencia personal, el resultado no puede ser más fascinante. Quien es el mejor ejecutante en castellano de las técnicas narrativas y uno de sus más interesantes estudiosos, aplica su don natural para el contar en capítulos dedicados a describir la construcción de la obra de Onetti, alternados con otros sobre su vida, la realidad de uruguaya y latinoamericana, y el testimonio personal del ensayista, basado en los momentos que compartió con Onetti. Todo relacionándolo y haciéndolo coherente bajo la tesis de la literatura como creación de mundos alternativos, como escapes de la realidad, como el ejercicio supremo de la imaginación del que ha nacido no sólo el arte sino nuestra propia humanidad.

Si, el libro habla de un autor que no esta de moda ni es para todos los gustos; que es depresivo, sórdido, denso y oscuro; pero que también escribió una de las obras más influyentes y valientes de nuestra lengua. Un universo paralelo llamado Santa María donde exploró como pocos se han atrevido a hacerlo toda la mediocridad, sordidez y pasión del espíritu humano.

Para quienes eso no sea suficiente, tienen además una excelente descripción de cómo se escribe una novela, una lección magistral de lo que es literatura, una relato apasionante de la vida de un individuo atípico, misógino, mujeriego e introvertido, que pasó sus últimos años en su cama, leyendo, escribiendo y bebiendo whisky. Y nada menos que el homenaje de uno de los más célebres maridos de la Literatura a uno de los más caprichosos amantes de ésta. ¿A que no es poco?

(Publicado originalmente en Mau Mau Underground)

3.2.09

Antes de Drácula


Antes de Drácula, estuvo Carmilla. La historia de una vampira lesbiana, viajera y sin títulos de nobleza se adelantó demasiado a su época y fue enterrada en popularidad por la del donjuanesco conde de Bram Stoker, pero afortunadamente siempre hay algún exhumador como Gustavo López Mañas para rescatarla del olvido y ofrecer a sus colmillos sangre de nuevas generaciones. En este caso, por medio de un adaptación fotográfica que funciona como una estilizadísima fotonovela de toques neogóticos. López Mañas utiliza su arte con la luz y los píxeles para ilustrar la novela que Joseph Sheridan Le Fanu publicó en 1872, acompañándose en la realización de su novia Ana Ibáñez Lario, su hermana Vinila Von Bismark y un equipo cercano de colaboradores.

La visión del joven artista granadino sobre la novela decimonónica que sentó las bases del arquetipo de la vampira ha cristalizado en imágenes cuya riqueza de tonos sepia y limitada profundidad de campo da fe de su experiencia y espléndido saber hacer en el mundo de la foto comercial, publicitaria y de modas. Lo suyo, pues, esta más en la maestría de la iluminación, la dirección de las modelos, los cuidadosos encuadres, la meditada producción y sobre todo una envolvente post producción, que mediante cromas y muchas capas de photoshop es responsable prácticamente de la totalidad de los escenarios. López Mañas es pues más un retratista que un narrador. Por suerte, así parece saberlo él y por eso decidió apoyar sus fotos con extractos del cuento.

En líneas generales, podríamos decir que López Mañas se ha impregnado del romanticismo de su fuente y ha apostado por un clasicismo estético. Éste es su fuerte, pero también su corsé. Algunos hubiésemos querido ver algo más transgresor quizás, menos académico, apostar por un anacrónismo menos tímido (por ejemplo explotar más la piel tatuada de Vinila, que aquí aparece como un elemento más). En este sentido, su impactante e hiperestilizada factura nos sabe tan fría y perfecta como el cuerpo de su inmortal heroína. Tal vez por eso el libro atraiga más al adolescente gótico que fue a buscar el siguiente tomo de Stephenie Meyer, o al fan de Vinila Von Bismark que ya se conoce al dedillo la sesión de Interviú, que al amante de la fotografía artística. Aún así es de aplaudir el compromiso del artista con su visión, al ofrecernos imágenes tan delicadas, sombrías y turbadoras más allá de las modas estéticas y –todo sea dicho- más acá de las comerciales, que gozan de una oportuna racha vampírica.

(Publicado originalmente en Mau Mau Underground)