1.12.07

Nouveau Dance Rock? Qu'est-ce que ça?

Esta noche hare una sesión de lo que, luego de una intensa investigación melómana, me he atrevido a llamar nouveau dance rock, en un nuevo bar del centro de Lima. Sonarán The Presets, Dave Gahan, Gossip, The Whip, Pop Levi, Arcade Fire, Kap Bambino, You say Party! We Say Die!, How I Became a Bomb, entre otros. Además de mezclar, bailaré y beberé al mismo tiempo; toda una proeza para la que me he venido capacitando en España. Ojala los del local no sean tan tacaños como me han dicho y se pongan unas chelas. Nos vemos.

8.11.07

"El penoso contraespectáculo de las cosas que dejan de ser "


No me queda otra opción que la de aunarme a la avalancha de elogios que ha recibido The Road, la última novela de Cormac McCarthy. Se trata de la primera novela de él que leo, y ya estoy con ansia de hacerme con otros títulos de su obra, comenzando con Blood Meridian y Sutree. No pasa mucho en la historia, pero es suspenso es sostenido; el cromatismo de las descripciones es quizás el más pobre de la literatura: negro carbón, gris ceniza, rojo sangre, y al mismo tiempo se trata de una de las atmósferas más logradas que he leído. Una historia minimalista, repetitiva, fragmentada, narrada con un lenguaje riquísimo, como si las palabras más sombrías del inglés se reunieran para fosilizar la imagen de un planeta yermo. Luego de la destrucción última, la brutalidad de los elementos y la de los pocos sobrevivientes contrasta con la aterrorizada ternura del padre e hijo protagonistas, cuyas conversaciones, tan quebrantadas como las ruinas por las que transitan, guardan aún calor. Jamas la palabra okey significó tantas cosas como en esos diálogos, alimentados por la promesa y la desesperación.
Para curiosos, os dejo este link a un documental sobre este misterioso escritor.

7.11.07

La hoja negra dentro de la boca


Magnífico título para un no menos soberbio poemario. Su autor, Ki Hyoung-Do (1960-1989), fue un joven poeta surcoreano cuya obra desde un principio llamó la atención de público y crítica por su fuerza y novedad y, sobre todo a partir de la década de los noventa, ha ido cobrando cada vez más importancia, introduciéndose incluso en los libros de escuela como lectura obligatoria.
Versos donde lo cotidiano y urbano se entrelaza con las imágenes de la naturaleza y con las emociones, como si se tratara de una madeja podrida. La poesía de Ki Hyoung-Do esta dominada por una permanente lluvia sucia y en un otoño enfermo. Sus personajes comparten este decaer con gestos de lenta derrota, sin más filosofía que la resignación y la entrega total a la decrepitud moral y vital que los rodea, sea en una ciudad ennegrecida por el hollín de las fábricas, en las escuelas donde la vida empieza a emponzoñarse, en las oficinas burocráticas donde las últimas gotas del llanto se pierden sordas, o simplemente en un bosque muerto. Otoño e invierno son las únicas estaciones que se suceden, telón de fondo de las breves e hirientes descripciones poéticas de personajes y situaciones que el autor recrea, compaginando el presente estéril y sin esperanzas en que vive con sus recuerdos de infancia. El romanticismo juvenil desde el que Hyoung-Do mira su mundo no mendiga nada, sólo se muerde los dientes y acepta.
La corta trayectoria literaria de Hyoung-Do tuvo más suerte que su labor periodística, presa de la censura política de su tiempo, y sólo ha conocido una creciente admiración dentro y fuera de Corea. Su muerte, pocos días antes de llegar a los 29 años, no deja atrás la belleza de su obra y es una que ya muchos artistas quisieran si pudieran elegir: a medianoche, sentado en una butaca de cine, las manos súbitas de un tumor cerebral. ¿Qué película habrá estado viendo?
Como muestra os dejo un fragmento del poema Luna de papel:

5.
Solo es bello lo que produce sonido.
Porque solamente el sonido es nuevo siempre,
porque morir es fácil.

Porque sólo el sonido anda con sus propios pies
como quien anda con zapatos reparados.

Pero, ¿qué vamos a reservar? Todas las habitaciones están ocupadas,

[o todas están vacías.

Sólo la indiferencia nos deja descansar,
no es preciso recordar nada más.

El pasado se acabó. El placer también:
es como una costumbre. Al arreglar la corbata

verifica la altura dentro del espejo y se siente seguro;
es que somos solteros.
Al contemplar la luna que asciende con rapidez, silbando,
el valor de cada cual resuena en su interior,

tú nunca has hablado honestamente,
ni una sola vez. Por favor,

déjalo ya. Para ti ya vomité
todo lo que yo podía devolver.
Además,
nada ha quedado claro;
hoy queda poco aún. Por tanto:
Good-bye.

30.9.07

Más desenfreno sentimental


Qué bueno es saber que mi grupo (en activo) de rock argentino favorito, El Otro Yo, ha vuelto a recuperar sus bríos luego del descorazonador Espejismos (2004). Fuera del tiempo (2007), su nueva placa, vuelve a plagarse de geniales estribillos naif , esta vez con una energía instrumental cada vez más perfeccionada. Vuelve ese estilo demasiado inocente, demasiado desgarrado, demasiado idealista, demasiado libertino, demasiado eufórico, demasiado sensible... todo empacado en un power-rock-casi-new-metal que nunca ha sonado mejor (contaron esta vez con Billy Anderson, el productor de Melvins). Realmente es una de las bandas que te mete en un túnel del tiempo y te transporta al esplendor de la aciaga adolescencia, en un trance incontrolable que empuja al pogo a la vez que a cantar con el corazón. Os dejo un playlist con algunas canciones en vivo del repertorio nuevo.


19.9.07

Radio Mujer Perdida

Nunca he sido un chico de la radio. Será porque en Perú este medio es sencillamente malsano, letal para cualquiera que tenga un mínimo gusto musical. Pero ahora, con internet, las posibilidades se multiplican, al punto que puedes escuchar programas no solo de cualquier estilo, si no sobre todo emitidos en cualquier lugar y tiempo. Así las cosas, tal vez aún pueda desarrollar un hábito de radioescucha.

Hace un tiempo, por ejemplo, descubrí el genial proyecto Pandora, que te programaba canciones similares al artista o canción que le indicaras. Los resultados, aunque aceptables, no eran perfectos y por lo mismo llenos de interesantes sorpresas. Lamentablemente, las alimañas que suelen dictar las leyes cerraron el proyecto a oyentes fuera de E.E.U.U.

La falta de costumbre mencionada me ha mantenido apartado de mayores exploraciones, pero ayer me topé con el programa que conduce desde Berlín Gudrun Gut, y lo recomiendo a todos los amantes de la electrónica de luces tenues y cadencias reposadas. Quienes hayan escuchado la música de Gut, podrán imaginarse el estilo del programa; y quienes no, los insto a apagar las luces y escuchar Ocean Club Radio (de preferencia con el playlist abierto, para apuntar nombres).

Gudrun Gut es una mujer sumamente interesante. Su último disco se titula I put a record on y copio aquí una reseña-ejercicio literario inédito que escribí para la extinta Autobús.

Antes de saber que Gudrun Gut fue miembro de bandas ochenteras como Mania D, los primeros Einstürzende Neubauten, y los conjuntos femeninos Malaria! (excelente post punk a los Siouxie & The Banshees) y Matador (electro pop arty); y sin saber tampoco que es fundadora del colectivo Oceanclub, los sellos Monika Enterprise y Moabit Musik, además de DJ, ingeniera de sonido, productora y programadora, antes de saber nada de eso, repito, me enteré de su existencia gracias a un breve artículo sobre su disco debut, I Put a Record On (2007), del que sólo recuerdo las palabras oscuridad, electrónica, eclecticismo, ochentas y (para mejor remate) mujer, suficientes ganchos como para seguirla en la madeja musical de MySpace y llegar via Emule a este delicado artefacto de dark pop (más cercana a lo que hacía con Matador), electrónica fría y sensual proveniente de un limbo fashion, donde se baila en cámara lenta o se deja escapar el humo de la boca mirando seductoramente a la nada, todo envuelto en una ecualización retro, que se queda en los medios tonos, desinflando los bajos y desenfocando los agudos, lo que le da el ambiente de un vinilo antiguo, lleno de polvo u hollín, como sacado de una escena de Eraserhead donde una víbora susurra melodías de vodevil desde el radiador, una Diethrich subterránea, de gélida belleza alemana, cuyas vocales fantasmales se perfilan entre humaredas sintetizadas, cantando siempre con el último suspiro, con una languidez impasible, con la intimidad nocturna de una voz allanada por el tabaco, al ritmo de una polka mutante (Move Me), desenredándose en reflejos dub (Sweet, The Wheel) o zambulléndose en el delicado miasma de extrañas combinaciones como el boogie noise (Blätterwald) y el trip-hop country (Pleasuretrain), siempre citando, pero siempre también erosionándolo todo con una tormenta arenosa de techno minimal, repetitivo pero sugerente, implosivo más que exultante, canciones que son paneles de seda apolillada sobre los que se transparenta la silueta de esta ex punk erudita, de esta Venus de clubes suburbanos, cuya formula de elegancia, nostalgia, y pop postmoderno es el soundtrack perfecto para las noches hipnóticas y voluptuosas del nuevo invierno.

14.9.07

Una sucia trinidad

Desde que los vi por primera vez en concierto, sin conocerlos antes, los Dirty Three me arrebataron. Bajo ningún motivo uno debe perdérselos, si no quiere perderse uno de los directos más líricos y torrenciales de nuestra era. Warren Ellis (violín eléctrico), Mick Turner (guitarra eléctrica) y Jim White (batería) hacen una música que es como si destilaras un concentrado de Neil Young & Crazy Horse, Mogwai y el último Coltrane. Es decir, puro flujo country post-rock noise jazzeado. Para muestra, un extracto de su actuación en el Primavera Sound de este año.

James

No creo arriesgarme mucho si proclamo ya que mi mejor concierto de este año fue el de los reunidos James en el Summercase. Y como no serlo, si se trató de un Best of... en vivo (la única canción nueva no la tocaron porque se perdió el papel con la letra). Ya había visto a Tim Booth antes (de hecho fue el primer concierto al que fui cuando llegué a Barcelona) y gocé con la mitad del repertorio compuesta por los hits de su clásica banda. Pero esta vez fue demasiado. Las canciones que te pueden hacer llorar... el vocalista que baila en el éxtasis que tu sientes y quisieras imitar... la gente tan feliz como tu, cantando, a tu alrededor ... y lo más sorprendente es que todo lo viví excepcionalmente sobrio... En fin, aquí tenéis mi playlist, y perdón por el sonido (no se os ocurra que fue así), pero es uno de los gajes de estar demasiado cerca.

5.9.07

Death Proof vs. Icaria


Qué buena suerte el haber escogido, entre lás únicas dos salas de Barcelona que pasan Death Proof en V.O., una de las peores de toda la ciudad. Primero, porque una película de Tarantino doblada no es ni media película de Tarantino; y segundo, porque una sala con tan mala fama como el Yelmo Cineplex Icaria, a priori, es la mejor aliada que el proyecto Grindhouse puede tener.
A posteriori, tendré que verla de nuevo (qué bueno) para ver si de verdad la sala aportó alguna bienvenida calamidad. A los que tambien repetirán el plato, como intermezzo (no se qué me pasa hoy con los extranjerismos) les recomiendo este artículo de Henrique Llage.

3.9.07

La novia solista: PJ Harvey en Summercase 07

A pedido del público, coloco aquí los vídeos que grabé de PJ Harvey en el pasado Summercase. Un recital intimista, a carpa cubierta y artista cubiertísima. Sólo Polly Jean y sus instrumentos, sin banda que la secundara, interpretando hits y nuevos temas con una desnudez que no traicionaba en nada a sus grabaciones. Esperábamos algo más salvaje, pero su voz nos aplacó.

1.9.07

Una canción que perdura

Llevo meses escuchando, de manera súbita y inconsciente, esta canción de Spoon, que aunque fue una obsesión a primera escucha, persiste como el fantasma sobre el que cantan las dos voces estereofónicamente. Ga ga ga ga ga, el disco de donde proviene este espinoso clamor, no esta nada mal, sobre todo lo que sería su lado A: pop rock de efectos a corto y largo plazo, dentro del cual The Ghost of You Lingers, con su humilde experimentalismo, es una anomalía maravillosa, su pequeña dosis de genialidad. Acabo de hallar el vídeo, que no desmerece en nada a la canción.


Otros fanatismos recientes son Mario Levrero, de quien desde la primera lectura he sido fan, pero ahora me descontrolo llamando a todos sus libros a mi; e Isild Le Besco, actriz francesa a quien descubrí en el trailer de la aún inhallable Camping Sauvage y casualmente vi esta semana en la hermosa y muy retro A tout de suite. Les dejo aquí también una muestra adictiva.


14.5.07

Ponerse al día


No he tenido tiempo o atención para actualizar el blog,ya lo sé, y el saberlo va cada día aumentando la culpa y disminuyendo las ganas de hacerlo. Por eso, me limitaré a lanzar unas frases al vuelo sobre lo más interesante que me ha ido pasando en estos dos últimos meses.

1. El peso del aire, de A.G. Porta. Leí con entusiasmo la novela de este narrador catalán, cuya calidad literaria es diametralmente opuesta a su presencia mediática. No se puede evitar sentir la suerte de toparse con uno de los más lucidos prosistas (cataleanes) del castellano, cuyo estilo límpido en este libro se aboca a rastrear como un radar los ecos emocionales de un crimen en el entorno del asesinado. Radiografía de la burguesía nativa barcelonesa en un circunstancial envoltorio de novela criminal cuyo final, al apegarse al género, deja un sinsabor muy perdonable. Les recomiendo más aún su última novela, Concierto del No Mundo, unas de las más ambiciosas creaciones literarias españolas en cuanto a lo conceptual. Y para acercarse un poco más al autor, esta buena entrevista.

2. Haruki Murakami. Todo tiene su lugar y su tiempo, y me llegó la mejor hora de leer a este escritor japonés que desafía de una manera súper sexy, con un mundo y un estilo personalísimo, al realismo narrativo imperante. Lo más grande de él es, a mi parecer, la colosal Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, seguida por Kafka en la playa. Me gusta más este Murakami místico-surreal que el más moderado e intimista de Tokyo Blues. Ahora me espera en el librero Hard Boiled-Wonderland and the End of the World, una novela anterior, no traducida al castellano, que según he leído es importante en la evolución de este maestro. Sin duda, su obra es la lectura más reveladora e impactante a todo nivel que he tenido hace muchos años.

3. Primavera Sound. Muy largo escribir una crónica de este festival. Ya lo haré luego para una revista peruana. Pero por ahora recomiendo escuchar cuanto antes descubrimientos como Battles, Beirut, Bonde Do Role, Malajube, Hot Chip, Justice y Shannon Wright.

4. Summercase. Este fin de semana pienso dejarme llevar por toda la energía de este macro festival concentrado, que tiene grandes nombres de respaldo pero, a diferencia del Primavera Sound, pocas bandas interesantes a descubrir de segunda o tercera división, colapsado como esta por un pop rock desnatado. Aún así fliparé con viejas glorias como James, The Jesus & Mary Chain, PJ Harvey, OMD, Chemical Brithers (cuyo último disco esta buenísimo); con nuevos clásicos como Arcade Fire; y con nuevos descubrimientos importantes como Electrelane (foto), una banda de chicas guapas capaz de hacerle morder el polvo a Yo La Tengo y Sonic Youth.

22.4.07

La fábrica Aira



El reto de la obra de César Aira viene no sólo por que es casi inabarcable (siempre hay una librería o una biblioteca donde descubres un título nuevo), si no también por su variedad de registros y por la ausencia de una crítica más vigilante que nos pueda servir de coladora de fiascos. Si no me equivoco, he leído ya once novelitas suyas, de las cuales puedo recomendar La prueba, La serpiente, Un episodio en la vida del pintor viajero, Varamo, El mago y Yo era una chica moderna; me gustaron menos Las curas milagrosas del Dr. Aria, Cumpleaños y La liebre; y confieso que Ema, la cautiva y Una novela china están entre los pocos libros que me he negado a terminar.
Una de las paradojas de su obra es estar marcada por la brevedad y al mismo tiempo por el exceso. Exceso de libros bombardeados, y exceso de imaginación que muchas veces derrapa hacia el puro delirio, son los que hacen de su obra una sorpresa narrativa y editorial, un reto a nosotros como lectores (que tenemos que digerir un cócterl de Borges y Monty Python) y a la babilonia cultural de nuestro tiempo (ese laberinto omníboro lleno de foros, blogs, revistas y demás). Lo suyo es sembrar el desconcierto, en cada historia y en cada intento de catalogarlo de manera crítica. No me sorprendería que, como esas criaturas fantásticas que al desmembrarlas se duplican, cada intento de disección de sus artefactos sólo traiga consigo su multiplicación.
Para mi gusto, prefiero a Aira en su vertiente más absurda y fantástica, cuando luego de dibujar un mundo con trazos pop comienza a deformarlo de manera cada vez más alucinante, hasta perder el débil pulso del realismo y dejarse llevar por situaciones cada vez más absurdas. En esa línea esta Yo era una chica moderna, la novela que acabo de leer. Un divertimento que toma a dos modernas bonaerences y las hace caer en una aventura que comienza en una discoteca de moda y desemboca (o se desvía desde casi a la mitad del libro, para ser más exactos) en un gore fantástico más cercano de las viñétas de Daniel Clowes que de cualquier referente literario (Burroughs quizás, aligerado con más dosis pulp).
En esa línea también estan La prueba (1992) y La serpiente (1998). La primera sigue siendo mi novela de Aira favorita, una combinación de dialogos filosóficos a lo Godard, erotismo Suicide Girls y un desenlace Natural Born Killers, protagonizada por una adolescente y dos punks lesbianas. La segunda ocupa también ese lugar en mi ranking de preferencias, y si recuerdo bien (la leí hace más de cuatro años) va sobre un tío que hace un viaje con su familia y en un paseo solitario su realidad se tiñe de alta lisergia (o baja, si se piensa que sus referentes estan más cerca de Ed Wood y Godzilla).
En fin, Aira es ya un mito, una excentricidad, un récord, una fábrica, un fenómeno; irregular pero fascinante, como los mejores creadores de culto.

11.4.07

Noche para celebrar


Tremenda emoción al ver publicados los últimos postumos de Bolaño, El secreto del mal y La Universidad Desconocida, el primero una colección de relatos inconclusos (o apuntes de tales), y el segundo lo que hace tanto esperaba sea editado: nada menos que su obra poética completa, y mejor aún, en una colección ordenada por él mismo. Al fin un tomo que enfrentará amistosamente a su poesía con su prima hermana, como a él le gustaba considerar su narrativa, y se alzen los inevitables veredictos sobre si fue mejor poeta o narrador (yo no me atrevo). Robo y obsequio el primer poema:


Esperas que desaparezca la angustia
Mientras llueve sobre la extraña carretera
En donde te encuentras

Lluvia: sólo espero
Que desaparezca la angustia
Estoy poniéndolo todo de mi parte

4.4.07

Las canciones perfectas del fracaso


Uno de los músicos que más admiro es Matt Elliott, a quien descubrí ya como solista, en el barullo de los plausos mediáticos que recibió el su segundo disco, Drinking Songs; es decir, sin el background de Third Eye Foundation, su anterior proyecto musical. Luego de eso lo he ido a ver cuatro veces, la primera desafortunada y digna de Cassavettes, y las siguientes en el Sonar 2005, el FIB 2006 y este último sábado en el Apolo de Barcelona. Por suerte, esta repetición no ha traido cambios, y pude ver otra versión de sus poderosos directos con Manyfingers, ya no como acompañante sino como telonero. Manyfingers hizo honor a su nombre creando un tejido rítmico de samples grabados en directo y superpuestos uno sobre otro. Y luego Matt Elliott presentó su reciente Failing Songs. Más tempestad sónica atravezada por un melodía alambrada que cierra una trilogía que si en verdad lo es (lo cual ignoro) sería perfecta.
Si no me equivoco, en breve estará tocando, esta vez acompañado de una orquesta (sensato reemplazo de Manyfingers), en el Primavera Sound. Os dejo un extracto:

2.4.07

Un idilio sin atributos


Luego de varios años sin atreverme a leer una novela de Mario Vargas Llosa, y menos una reciente, este fin de semana caí en la tentación de abrir las páginas de la última, Travesuras de la niña mala. Y entonces recordé el por qué. No sólo se trata de que, una vez comienzo a leer una novela suya, sea habitual que no pueda dejarla y pase dos o tres días capturado y luego con una lenta digestión; además, es uno de los raros casos en que un libro menos para completar al autor nos da más pena que satisfacción. Con este auto control, he podido conservar en los últimos quince años, desde que leí La ciudad y los perros, obras vírgenes.
Este fin de semana rompí esa costumbre y, como he dicho, me vi de nuevo raptado por el inmenso poder fabulador de quien sin duda es el mejor novelista peruano y uno de los mejores de la literatura universal. Travesuras de la niña mala es una de sus novelas menos ambiciosas a nivel formal, pero también una de las más emotivas y la que guarda a uno de sus personajes más notables: la polifacética niña mala. Se trata del relato en retrospectiva de un amour fou, de toda la vida, en la vida nada notable de un traductor e intérprete peruano -miraflorino para ser más exactos- radicado en Europa y sobre todo en París, ciudad a la que se le rinde un entrañable homenaje. Cada capítulo esta enmarcado por una capital y una época distintas -somera pero muy precisamente descritas- en las que la vida del narrador se recupera del recuerdo de la niña mala, solo para volver a toparse con ella, bajo un nuevo disfraz y amante, liarse con toda la cursilería y fatalidad del caso, y ser de nuevo abandonado en circunstancias cada vez más infames. Lima, París, Londres, Tokio y Madrid son escenario, desde los cincuentas hasta los noventas, de esta historia de amor, vulgar y pedestre como el peor bolero, pero cuyo tesón y firmeza a lo largo de los años son conmovedoramente heroicos.
El genio narrativo de Vargas Llosa es capaz de darnos una excelente historia de amor con la estética de lo huachafo, peruanismo que denota lo burdo, trillado, chabacano, de mal gusto; un arte poética de lo prosaico, que juega y le da vuelta al melodrama y al folletín, trascendiendo desde su anti-poesía gracias a las dos pasiones -la firme y la intempestiva- que construyen a sus personajes. Una novela pues sencilla a nivel estructural (capítulos episódicos, en los que la historia principal toma como único contrapunto la del respectivo personaje secundario) y ramplona en su estética, pero que aún así vibra en cada página gracias a la universalidad de ese amor miserable e imposible, intenso y cutre, escéptico y devoto, mediocre y sórdido, que va descubriendo a lo largo sus trescientas y tantas páginas el múltiple "rostro del amor", como se describe de manera tan hortera y atinada en la contra carátula la trama (cariz que también puede extenderse al título del libro, nunca tan engañoso pero certero como siempre). En definitiva, una novela apasionante como las mejores del escritor peruano, modesta pero sabia, corriente pero deliciosa.

25.3.07

Un artista de lo guarro


Este mes pude presenciar a uno de los artistas más freaks que he visto ultimamente: Bob Log III. Psycobilly con toques country, blues y mucho sexismo, seria el acompañamiento perfecto si Russ Meyer (con quien comparte muchas obsesiones) hubiera filmado una versión trash de Mad Max. Además de usar y abusar del slide guitar, tocar la batería con los pies y cantar desde un casco de motocicleta que tiene incrustado un receptor de teléfono, este bizarro personaje ha hecho importantes contribuciones a la música como la técnica bautizada como tit-clapping, es decir, nada menos que percusiones mamarias. La verdad es que como músico es un buen performer, ya que en vivo su música puede ser divertida pero luego de cinco temas (que felizmente equivalen a diez minutos) te vas dando cuenta de lo poco que difieren unos de otros. Aca los dejo con un videillo.


23.3.07

Tren de sombras circula otra vez



El séptimo numero de la revista de crítica cinematográfica Tren de sombras ya esta disponible en las principales librerías de Lima. Aún no ha llegado a mis manos, pero por lo que veo en los adelantos que me han hecho llegar, su contenido mejora cada vez más. Para apoyar este importante lanzamiento, he decidido retirar temporalmente del blog mi crónica del Festival de Sitges 2006, que escribí para este número fantástico. Asi que si no pudieron leerlo online y quieren enterarse de éste y otros temas relacionados a este género, los invito a adquirir la revista (12 soles), cuya nota de prensa y y sumario pego a continuación.
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NOTA DE PRENSA

La sétima edición de la revista de cine “Tren de Sombras”, de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación de la PUCP, ya se encuentra a la venta en las principales librerías de la capital.

Este número está principalmente dedicado a temas ligados de una u otra forma al género fantástico. Empieza con un gran especial sobre el cine bizarro, a propósito del futuro estreno de “Grind House”, la última película de los cineastas Quentin Tarantino y Robert Rodríguez. Inicialmente, la revista presenta un ensayo que busca explicar cómo se define esa clase de cine, que incluye a directores indiscutibles del séptimo arte como Luis Buñuel, Jean Cocteau o David Lynch; pero también a realizadores de culto y sin prestigio como Edward D. Wood Jr. o el español Jess Franco.

Seguidamente, nos brinda una entrevista a Ricardo Bedoya sobre aquellas cintas antiguas hechas en el Perú que entran en esa categoría. El especial termina con críticas de las películas peruanas más bizarras de los últimos tiempos y avances del proyecto ya mencionado de los directores de “Tiempos violentos” y “La ciudad del pecado”.

Asimismo, la última edición de “Tren de Sombras” incluye un especial sobre una de las cinematografías más importantes del momento: la tailandesa, que tiene a directores tan relevantes como Wisit Sasanatieng (“Las lágrimas del tigre negro”) o Apichatpong Weerasethakul (“Tropical Malady”), de quien además publicamos pasajes de una larga entrevista conducida por la crítica argentina Lorena Cancela. También algunas notas hechas por corresponsales en España: una entrevista, realizada en el Festival Docúpolis de Barcelona, a la fundadora de la Asociación Cine Ojo de Argentina, la documentalista Carmen Guarini; y una crónica de la última versión del Festival de Sitges, el más importante de cine fantástico en el mundo. En ella, se comenta no sólo algunos de los futuros estrenos ya confirmados en nuestra cartelera, como “La fuente de la vida” (The Fountain) de Darren Aronofsky; sino también lo último de Woody Allen (“Scoop”), Richard Linklater (“A scanner darkly”), John Carpenter (“Cigarette burns”), Michel Gondry (“La science des rêves”), Takashi Miike (“Imprint”), entre otras películas. Los realizadores de la nota también reseñan “La cravate”, el primer trabajo cinematográfico de Alejandro Jodorowsky, hecho allá por la década del 50, que ha sido recuperado después de largos años de desaparición.

“Tren de Sombras”, como siempre a todo color, posee en sus cuarenta y ocho páginas la pluma de los más importantes críticos veteranos y jóvenes del medio. Su precio es doce soles y se encuentra a la venta en las librerías Crisol (Óvalo Gutiérrez y Jockey Plaza), Época, La Casa Verde, Íbero, El Virrey, Fondo de Cultura Económica, Guamán Poma de Ayala y la librería del campus de la PUCP.

CONTENIDO

Cine bizarro
¿Qué es el cine bizarro? Cine peruano-bizarro de antaño Las películas peruanas más bizarras de los últimos tiempos Grindhouse: El proyecto de Tarantino y Rodríguez

Cine tailandés
Entre el género y la poesía Entrevista a Apichatpong Weerasethakul

Cine peruano
Mariposa Negra La prueba Talk Show Peloteros Madeinusa a favor y en contra Heddy Honigmann

Ranking
Las diez mejores películas del 2006.

Décimo Festival de Cine Latinoamericano de Lima

Desde España
Entrevista a Carmen Guarini Festival de Cine de Cataluña Sitges 06

Críticas
El niño Los infiltrados Volver El perfume Primavera, verano, otoño invierno… La verdad incómoda Miami Vice Vuelo 93

Ensayo
En busca del plot perfecto

Notas fotográficas
La luz de Sven Nykvist

Fichas técnicas

22.3.07

Bajo la carpa más oscura del rock n' roll


Ayer John Cale tocó en el Apolo. Oportunidad ineludible para ver a la mitad más creativa e innovadora (la menos fosilizada, vamos) de The Velvet Underground, mejor aún cuando se trata de una gira que promociona su ultimo disco, Circus (2007), una selección en directo que repasa lo mejor y más rockero de su carrera. El concierto comenzó con una hora de demora y llamó la atención la estricta prohibición (permanente, pero que no suele cumplirse) de cámaras y tabaco. La sala no estaba tan llena como se esperaba (Cale no es un artista de mayorías), y gracias a eso pude estar en primera fila. Al salir, precedido por un drone ruidista, como se había anunciado Cale dio inicio a un concierto marcado por las guitarras y no por los ambientes de introspección y sugerente electrónica que marcan gran parte de su obra. Durante dos horas aproximadamente, el galés dio rienda suelta a su lado más salvaje, que (digámoslo ya) no es necesariamente el mejor.
A mi parecer, Cale triunfa menos en los momentos en que su talento se ciñe a un riff guitarrero y un poco de potencia rítmica. Así, canciones como Jumbo o Woman pueden ser inobjetables e inteligentes ejercicios de hard rock, pero nunca rozarán el mágico arrebato que causan otros clásicos en este género. Yo creo que la genialidad de Cale esta más en los ritmos medios, en esas canciones donde, con un poco más de reposo y con la ayuda de los abstractos climas de sus composiciones, su lirismo vocal puede extenderse más intensamente y alcanzar esa contagiosa emotividad de joyas como You know more than I do y Chinese Envoy, para hablar de algunos temas que interpretó. Menos mal que estos momentos no faltaron en su repertorio (con algunas coincidencias, pero en general distinto al del álbum) y disfrutamos de temas como Strange times in Casablanca, Buffalo Ballet, Fear is a Man's Best Friend y otros más actuales como Hush y Sold Motel (del Black Acetate). Mención especial merecen la extraña versión de Heartbreak Hotel, en clave dark funk, por llamarla de algún modo (prefiero su interpretación más clásica, la angustiosa y casi terrorífica del Slow Dazzle, a la que es más fiel la que viene en el Circus), y como no podía faltar la revisitación al seminal Venus in Furs. Se extrañaron Pablo Picasso, Femme Fatale, Hanky Panky Nohow, por citar algunas.
Luego del concierto hubo una firma de autógrafos, gracias a la cual tengo alguna imagen que ofreceros. En general, el recital tuvo ese ambiente íntimo y especializado, el mejor que se puede pedir para una de las leyendas más difíciles y minoritarias de la historia del rock.

20.3.07

Metavampirismo avant garde (a la catalana)


Cuando leí que, en el marco del homenaje a Jesús Franco que ha estado realizando la Filmoteca de Barcelona, se proyectaría una película experimental rodada paralelamente a su Drácula (1970), encontré difícil resistirme, debido la rara conjunción de dos conceptos a los que soy devoto: terror y vanguardia. Vampir-Cuadecuc es el nombre de este experimento, realizado por el director de cine, guionista y productor catalán (nada menos que de Viridiana de Buñuel) Pere Portabella (Figueres, 1929) , cuya vocación experimental e inclinación izquierdista han otorgado un halo de clandestinidad y ruptura a su obra.

El filme, que dura aproximadamente una hora y cuarto, consiste en una especie de
behind the scenes expresionista y mudo del rodaje de Jesús Franco. La estrategia de Portabella es enfrentar dos elementos subyacentes en el cine de terror comercial que tuvo su apogeo en los años 60 y 70, tomando como materia prima esta mesurada versión de Franco sobre el mítico personaje. Me refiero a estética expresionista como paradigma primigenio del cine de terror y a los rudimentarios mecanismos ilusionistas de la industria fílmica de la época.

Portobella se deshizo del magnífico trabajo fotográfico de Manuel Merino y lo sustituyó por un blanco y negro de 16 mm altamente contrastado, que nos retrotrae (junto al título) al Vampyr de Dreyer, y a la magia siniestra de las sombras y ángulos extremos de esa corriente paradigmática del horror cinematográfico. Pero esa referencia choca con la deconstrucción del medio que realiza presentándonos los entresijos del rodaje, es decir rompiendo el encuadre diegético del relato y dejando ver las luces o la cámara, a los actores maquillándose o esperando su llamado.

De manera similar, la partitura de Bruno Nicolai desaparece junto a todos diálogos y efectos sonoros (a excepción del relato final de Christopher Lee) y es reemplazado por la electrónica experimental de Carles Santos, una excelente pieza de ecos y ruidos misteriosos, que yo diría interviene y procesa la banda de sonido original dándole al filme esa aura de cine mudo musicalizado por Alan Splet.

Este movimiento de reforzamiento y destrucción simultánea del género es el verdadero argumento del filme. Género y metarrelato colisionan y se funden, creando esa extraña belleza que reflexiona poéticamente sobre la gran ilusión del lenguaje cinematográfico y las convenciones del cine fantástico.

Portobella proviene de una de las más prósperas familias burguesas catalanas y es conocido por su militancia antifranquista y su protagonismo como cineasta en la llamada Escuela de Barcelona. Sus películas, esenciales para comprender el desarrollo del cine independiente español surgido a partir de los años sesenta, suelen utilizar los mecanismos de producción cinematográfica como material en la creación de una estética de vanguardia, no excenta de comentarios políticos de resistencia. Sin duda, es un personaje muy interesante de la escena política y artística de este país y habrá que estar atento a otras proyecciones de sus obras. Por lo pronto, para conocerlo más les dejo esta entrevista.

13.3.07

Corcobado y la poesía rock


Soy de los que creen que la poesía y el rock son dos artes cuyo matrimonio suele ser más desastrozo que el de las estrellas de Hollywood. Y en la mayoría de los casos es porque el compositor quiere ser músico por un lado y poeta por otro, en lugar de intentar hacer poesía con la conjunción de ambos medios. Ejemplos flagrantes de esta monstruosidad pueden ser las letras de Héroes del silencio, Spinetta o del peor de todos: Joaquín Sabina; mientras que unos buenos ejemplos siempre serán el Fernando Alfaro, Charlie García o Gustavo Cerati, para hablar de nuestra lengua, ya que no puedo dejar de citar a uno de mis letristas favoritos en ingles: Iggy Pop (en los discos de The Stooges esta la mejor prueba). A mi parecer es muy distinto cantar un poema a hacer poesía rock. Para hacerlo bien, los textos tienen que ser mucho más límpidos, ya que el más mínimo devaneo retórico resalta más que en el papel. Musicalidad y síntesis son valiosas, como en toda buena poesía, y más que nunca la transmisión directa (que no es lo mismo que denotativa) de la emoción. Es menos fácil engañar con abstractos y vacíos juegos de palabras (como hacen los dos malos ejemplos antes citados) o con rimitas bobaliconas de trovador (como hace el peor de todos).
Así como un un mal poeta rock hace siempre mala literatura, un buen poeta del rock no siempre hace literatura (ni buena ni mala) . Aunque claro, a veces pasa. Leonard Cohen, Nick Cave y Patti Smith quizás sean los ejemplos más célebres. En el ámbito castellano Fernando Alfaro, el lider de Surfin' Bichos, tiene algún libro de poemas y relatos. Y otro que tiene tres libros de poesía es Javier Corcobado. No he leído estos libros pero si he escuchado sus discos y me parece que nadie como él ha sabido llevar a tal perfección este arriesgado cóctel. Es uno de los rockeros más literarios que he escuchado, y aunque no es infalible, en la mayoría de los temas sale bien parado. Hace un par de meses tocó en Barcelona, como parte de la gira de su ultima producción, Editor de sueños, un disco elegante, melodioso y muy bien producido, lleno de canciones en donde su cavernosa y sensual voz pone en escena una vez más su melancolía sucia y su apocalíptico romanticismo. Corcobado tiene un talento sin igual a la hora de encontrar y unir palabras y melodías capaces de enroscarse a tu cerebro desde la primera escucha y quedarse ahi por varios días. Su música no es fácil ni para todos los gustos. No todos se atreven a apreciar su belleza sangrante ni a exponerse a las furias ruidistas que, si bien más escasas, siguen definiendo su estilo. Su figura en el panorama musical ibérico es polémica, tiene muchos seguidores y muchos detractores, pero poco a poco se va afianzando como una de las más originales y sólidas propuestas, que no en vano y sin desmedro de ninguna de las partes ha sido comparada con la de Nick Cave, dados sus varios paralelismos estéticos.
Aqui podeis disfrutar de un extracto de este emocionante concierto.

5.3.07

Crónica (Tardía) de Festivales 2006

Aqui va la crónica de los festivales de música del año pasado, tal como se la mandé a Autobús. ¡Que salga pronto, Luis!

IN HEAVEN (EVERYTHING SOUNDS FINE)
Radar musical desde los mejores festivales ibéricos (que están en Cataluña) 2006

Comenzaré diciendo que, para mí, asistir a un festival de música es lo más cercano que conozco a un paraíso. Ninguna otra experiencia (cuyas entradas puedan comprarse) me ha trasladado a un mundo donde lo único importante es la música, específicamente la música en vivo, y no cualquiera sino la de los grandes y medianos nombres que te han hecho mover mil veces el cuerpo a ritmos a los que no habías probado moverte, o cerrar mentalmente los ojos y dejar de conducir tus pensamientos para ser mero un tripulante. En fin, un paraíso donde lo divino emerge de los amplificadores y se le rinde culto frente a los escenarios.
Esto puede sonar exagerado, lo se, pero no lo es tanto cuando uno nace melómano y en el Perú; un país donde sólo un par de veces al año hay algún evento importante, de los cuales uno no se llega a realizarse y otro involucra a algún artista cuyas últimas noticias hay que rastrarlas en los archivos periodísticos de (por lo menos) la década anterior. Un país cuyo referente más cercano, con sede en Cusco, sólo aspira a vender refritos y cerveza a los juerguistas de siempre. Así que imaginen lo que fue para este servidor llegar a Barcelona y sin previo aviso toparse con una cartelera que incluía a su banda favorita de todos los tiempos —Iggy & The Stooges—, junto a media docena de nombres que sólo había visto reunidos en las vitrinas de Galerías Brasil. Primavera Sound, Sonar y Benicassim son los festivales a los que fui ese año y repetí el siguiente (mas el Summercase y el Primavera Club), con la periodística satisfacción de ahorrarme la entrada y la revisión del bolso.
Cada vez que traspaso la entrada, lo cotidiano desaparece; el tiempo se fragmenta y reorganiza según un folleto y mi única preocupación es beber (para no deshidratarme) y elegir cual banda ver después. De escenario a barra a escenario, debes atravesar un desfile de sneakers, minifaldas, gafas de sol, idiomas, peinados y algunas (más bien muchas) deidades que vienen a divertirse y son el segundo elemento que me hace pensar que se trata de un espacio sagrado. Sin ellas, esto se convertiría en un desierto de sonidos que salen disparados y se pierden en el vacío, como pelotas en un pinball sin ejes ni magnetos. Por suerte, eso no sucede y mis oídos y mis ojos son testigos de que en el cielo todo debe estar bien.

SONAR (15-17/06) GRAFITTIS PIXELEADOS.
El Sonar es el festival más antiguo y a la vez el que tiene una imagen más moderna, gracias a una poliédrica personalidad arty que han venido alimentándose con música y arte electrónico como platos principales. Este espíritu curatorial es su gran valor y le ha ganado un prestigio transeuropeo, que se deja ver cuando las calles que rodean el céntrico MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona) bullen de locales y visitantes (estamos en lo álgido del turismo veraniego), masas de cuerpos jóvenes y sedientos, agolpados para comprar entradas mientras beben cervezas antes de entrar, o para comprar cervezas mientras escuchan afuera algún concierto antes de beber.
Desde tempranas horas de la tarde, diversos escenarios ofrecen un buffet que incluye desde noise a hip-hop, sin olvidar los espacios dedicados al arte multimedia. Y es que es un evento con doble personalidad, capaz de convocar al melómano sofisticado, publico objetivo de The Wire, y también al clubber que busca desfasar con los super DJ’s de toda la vida. Para éste, el Sonar Noche se realiza en un gigantesco local de más de 10,000 m2 divididos en cuatro escenarios donde luminarias dance como Miss Kittin, Richie Hawtin o Laurent Garnier, entre otros, suelen estar frente a los platos.
El año pasado los ritmos negros y las texturas japonesas fueron las líneas a seguir. Puntos extremos como los versos dub del veterano Linton Kwesi Johnson (Jamaica) y la ingeniería digital de Ryoji Ikeda (Japón) colorearon una amalgama sónica donde se encontraban, puras o combinadas, pinceladas de reggae, dub, dancehall, hip hop, soul, afrobeat, jazz, rap, turntablismo, disco, funk, beatbox, noise, psicodelia, IDM, acid, minimal, electro, techno, house, y un largo etcétera de eclecticismo y experimentación invitados de todas partes del mundo.
Difícil reseñar cada cosa que vimos, especialmente cuando se te vienen a la mente también las que no viste, y es que una de las reglas de los festivales es no frustrarse por las maravillas que te pierdes por el simple hecho de no poder desdoblarte. Lo mejor es tener una ruta trazada y no esperar a nadie.

Esto es solo un brevísimo apunte de lo que trajo el Sonar, dejando de lado muestras, intervenciones urbanas, instalaciones, demostraciones tecnológicas, presentaciones de medialabs y de software, así como proyecciones de video-clips, cortometrajes, animaciones, documentales y cine experimental. Haciendo un balance, los conciertos que más me sorprendieron fueron los de la vertiente nipona. Esta bien quemar mente, grasa y zapatillas con las sesiones infernales de Jeff Mills, DJ Krush o Dave Clarke, catar con todos los sentidos la elegancia techno de Isolée, intentar quebrar el cuerpo con el scratching cuatrifónico de Birdy Nam Nam, intoxicarte con los espejismos vocales de Beatmaster G o Afra & Incredible Beatbox Band, o reírse un rato con los ritmos lúdico-hiphoperos de Tucker, la juguetería musical de Modified Toy Orchestra o la performance desafinada de Jake, para no hablar de las interesantes deconstrucciones latinas de Señor Coconut and his Orchestra y Dick el Demasiado.

Pero los japoneses definitivamente van más allá y te sorprenden con esa vanguardia ingénita capaz de producir experimentos mutantes no sólo de música sino de instrumentos. Ellos conocen como nadie el medio electrónico y producen sus propias herramientas de ciencia ficción. Salimos de los límites de la música y llegamos al arte sonoro, donde la música comparte protagonismo con otros aspectos como interactividad, aleatoriedad, interfaz, etc., desde la aparente simpleza de una batería como detonador de samples y fragmentos de vídeo (Doravideo) hasta instrumentos digitales de avanzada como el Tenori-On de Toshio Iwai, pasando por la artesanía robótico musical de Kanta Horio. Mención especial merece Datamatics, la espectacular performance audiovisual de Ryoji Ikeda, lo más sofisticado que he visto en cuanto a las posibilidades estéticas del matrimonio entre informática, grafismo y sonido; así como la brutal propuesta fotopunk de Optrum: un tubo fluorescente tocado como guitarra para dominar un torrente de distorsión, algo tan poderoso y futurista que parecía sacado del Neo-Tokio de Otomo. Al menos en lo musical, el manga ya esta aquí.



SUMMERCASE (14-15/07): CON EL HIT BAJO EL BRAZO
Si el Sonar apunta al cazador de nombres insospechados en las páginas de The Wire, el Summercase piensa en el modernillo lector de las últimas reseñas de Rock de Lux o cualquier revista de tendencias. Para ser el primer año, este hermano del Wintercase nació pesado. Puede que no haya abarrotado el metro como el Primavera Sound, pero golpeó fuerte con un cartel que apostaba a seguro. Con tantas atracciones como los otros, pero concentradas en dos días, el Summercase agudizó las encrucijadas, obligándonos a insanos traslapes como Daft Punk con Massive Attack, ¡o Happy Mondays con New Order y con Primal Scream! ¡Que también tenemos que ir a mear y comprar birras, tío! ¡Y con tantos tiempos muertos antes y después, en los que rebotábamos plácidamente entre alguna banda de temporada o algún acaparado DJ! Parece que el sadismo, como atizador de la adrenalina melómana, no falta en el recetario de los programadores.

Comencemos por lo no obvio. Ganas de ver moverse a Kate Jackson, la cantante de The Long Blondes, un grupo que con un puñado de hits, multiplicados por centenares de portadas, se coló entre las revelaciones del 2006. Lástima que su directo no fuera tan sexy, y aunque la banda estaba muy bien, a la cantante le hacen falta más recursos que unas cuantas poses de maniquí. No como Ragnar Kjartansson, vocalista de los islandeses Trabant, quien a fuerza de un erudito conocimiento de los lugares comunes del poserismo rock nos entregó un directo candente. Para calmar los ánimos, David Kilt saludó al crepúsculo con su folk de carretera que recordaba a Springsteen. Otra gran curiosidad eran The Boyfriends, presentados como la banda joven (yo diría sombra) favorita de Morrisey (lo que debe entenderse como la protectora actitud de un padre ante sus hijos más enclenques).

Los Dirty Pretty Things demostraron ser la rama pensante de lo que fue The Libertines, lo que tampoco quiere decir más que rock n’ roll vintage para modernitos. Canciones calcadas unas de otras, sin matices, puros ganchos roídos tocados apresuradamente, como si quisieran enmascarar con velocidad su ostentosa vacuidad. Anoréxica personalidad que fue compensada luego por Astrud y su pop rock pajarolo e insolente. Verdadero espíritu punk con víboras de pluma. Si no fueran locales no los hubiera dejado, pero en otro escenario comenzaba ex líder de Afghan Wings, Greg Dulli, al mando de Twilight Singers, quienes deleitaron con un rock oscuro y meditado. Otra buena sorpresa anunciada fueron Sparks, un dúo con amplia trayectoria que nunca había escuchado y que con su techno-rock chillón electrizaron a un respetable cada vez más ávido de adrenalina. Bell Orchestre fue otra de esas bandas cuya afiliación con Arcade Fire invitaba a escucharlos. Lo suyo es rock instrumental con bonitos arreglos y protagonizado por un violín desbocado. Un interesante y efectivo trasporte a cercanías.

Y ahora vienen los consagrados. Dejemos de lado a Super Furry Animals, Divine Comedy y Belle & Sebastian, que dieron conciertos notables eso sí, y concentrémonos en el triunvirato estelar. El concierto de Daft Punk fue mi favorito y uno de los más impresionantes que he visto. Una pirámide de luces que estallaba al son de una coctelera de riffs, loops, beats y vocoders. Estar en un concierto así dispara tu serotonina y todo se convierte en una marea de euforia masiva que tu memoria sólo podrá reconstruir fragmentariamente. Luego de eso, Massive Attack nos ofrecía un selecto y sombrío descanso para el cuerpo pero no para la mente, que ya estaba demasiado sobre estimulada como para no delirar con las resonancias de temas como Angel o Group Tour, además de los imprescindibles fraseos de Elizabeth Fraser, delante de un gigantesco telón de fondo de LED’s que acompañaban con dardos políticos —frases y cifras varias— la ondulante música. Para terminar, Primal Scream. Un concierto abarrotado, que vimos desde muy lejos por no abandonar a tiempo el baile con unos cumplidores New Order, pero igual nos salpicó esa sucia energía rollingstoniana desbordada a morir por Bobbie Gillespie y compañía, en la que al menos para mí fue la apoteosis perfecta del festival (aunque aún lamento haberme perdido a Dandy Warhols y Cut Copy).


FIB (20-23/07): UN VERANO ESCALOFRIANTE
El Festival Internacional de Benicassim es otro de los mega-acontecimientos musicales de la península. Desde 1995, una oleada de fibers inunda los supermercados, hoteles, restaurantes, cyber-cafés, playas, comercios y plazas de este pequeño pueblo del mediterráneo. El año pasado fueron 36 mil jóvenes venidos de todo el mundo (aproximadamente 40% ingleses) quienes lo llenaron de dinero y lo convirtieron en un mero anexo del festival.

La primera vez que fui me sentía como Hunter S. Thompson, cargando no en un coche pero sí en una mochila más de lo que podía necesitar (libreta, cámara, conservas, ron, hierba, condones, etc.). Vamos, como si me fuera al puto fin del mundo. Felizmente no fue así y al segundo año me perfeccioné de tal modo que una mañana terminé flotando la piscina vip.
Cosas así y mejores pueden pasar en esta babilonia maratónica de conciertos, fiesta, conciertos, ligoteo y más conciertos; en fin, toda una experiencia de meloaventura, para la que hay que prepararse como si se tratara de una expedición al fin de la noche. La mayoría de gente que conozco, o viene sólo una vez y dice nunca más, o se convierte en un incondicional peregrino. Y es que hay que se necesitan altas dosis de fanatismo, libido y protector solar para soportar un campamento a casi 40 grados, con baños portátiles que al segundo día son irrespirables y un abrasador periplo, de casi una hora ida y vuelta y sin sombra, para cargar provisiones. Pero además de la música, claro, la refrescante Costa de Azahar y el hermoso paisaje de pieles —especialmente en las duchas mixtas de campo de concentración— compensan la brutalidad del verano.

El protocolo es vagar. Muchos solo hacen eso. Otros, a partir de determinada banda. Y otros, cuando olvidan cual era la siguiente (y lo recuerdan bailando de camino entre dos barras). Luego de cada concierto, terminas sediento de todo y con la puerta del éxtasis abierto: solo queda recorrer la noche entre tribus de sandalias y vestidos cortos, todos hablando fuerte y sudados, con los oídos atorados de decibelios, una insolación trepidante y el talante resaqueado y feliz de varias fiestas salvajes. El protocolo es vagar. Luego del primer día, el cuerpo cansado no logra superar la noche anterior. La aventura y la alegría se acumulan pero la energía sólo mantiene su máximo hasta que la última estrella del escenario verde desconecta la guitarra. Después, todo es tentación y descenso. A menos que te hayas metido algo, el pitch de la noche desciende aunque suba el de los tocadiscos, cuando sólo quedan las carpas maquineras que aglomeran a los incansables y los jardines contaminados de cerveza y colillas donde se pierden las parejas y los damnificados de la juerga. En un lugar tan grande, hay todo tipo de noches. El protocolo es vagar.


Musicalmente, la revelación para mí fue zZz, un dúo de batería-voz y teclados que revisita el espíritu de Suicide pero en clave cachonda. Oscuros como el licor café y sexys como un corsé de cuero, los de Ámsterdam golpean con la fuerza de un animal en celo, como un oso sucio y hambriento que a fuerza de susurros cavernosos, un órgano psycobilly y una batería indomable nos transporta a los humeantes subsuelos del deseo. Yann Tiersen también me impresionó con una sesión de intenso post-rock que barrió definitivamente con los prejuicios que tenía sobre él (culpa de Amelie). Fue una tarde exquisita y bien programada, ya que siguieron Editors y I love you but I’ve chosen darkness, dos buenas bandas de revival dark ochentero. El día anterior había tocado The Organ, cinco delgadísimas y ambiguas canadienses que con una calculada impasibilidad también les prenden los lirios a The Smiths y Joy Division.

En cuanto a bandas españolas, a seguidle al rastro a los madrileños Líneas Albiés. Su electrorock freak recupera el hedor perdido de la no wave y nos demuestra que se puede ser divertido, sexy e irreverente a la hora de mezclar influencias. Sin muchas habilidades musicales pero exceso de personalidad, ofrecieron una performance trash y marciana que se agradeció entre tanto poserismo dentro y fuera del escenario. El post-free-jazz de 12Twelve también es uno de los hallazgos a destacar. Con el lado salvaje de John Zorn como detonador, estos catalanes saben muy bien como invocar un sonido poderoso y cabalgar sobre él. El pop enérgico y dulzón los Garzón (ahora llamados Grande-Marlaska) es otro de los referentes nacionales que destacó, si no por su originalidad, al menos por sus cuidadas melodías. Se agradecieron también los momentos íntimos y los raptos de distorsión, escuela Yo La Tengo, de The Secret Society.

Y ahora, los grandes, empezando por uno de los que me confieso fan. Segunda vez que puedo sumergirme en las mareas penitentes de guitarras, clamor y electrónica de Matt Elliott, cuyos conciertos suelen comenzar con baladas ebrias para ir poco a poco adentrándose ruido adentro en un hermoso caos lírico. Ojala algún día alguien filme una adaptación de Moby Dick o de alguna novela marina de Lowry con soundtrack suyo.


Ascendiendo a las estrellas, para mí los grandes raptos de este FIB fueron con Depeche Mode, Pixies y Echo & The Bunnymen. Los primeros electrizaron la última noche con un concierto capaz de ponerte la piel de gallina a golpe de hits y monumentalidad escénica. Gahan y compañía saben cómo amasar a miles de espectadores en un solo bloque de público adorador que canta y se emociona, a sabiendas de estar frente a uno de los más grandes. Además, no cualquiera puede decir que le cantó el happy birthday #45 a Martin Gore ¿o si?


Por otro lado, Pixies dieron una muestra del poder de sus canciones y lo frágil de las vallas de seguridad. En un concierto que no sonó tan salvaje como hubiéramos querido, revolvió la avalancha humana hasta tener que interrumpirlo por 20 largos e insustituibles minutos. Fue un concierto de éxitos tocados con sosegada precisión y sin locura, demasiado corto, demasiado real, y pese a todo demasiado excitante, al igual que el de Echo & The Bunnymen, quienes repasaron su carrera demostrando que gozan de una afortunada segunda juventud. Valía la pena alejarse de las apretadas primeras filas y bailar el concierto entero. Otros que no defraudaron y regalaron euforia con un repertorio bien maquillado fueron Franz Ferdinand y The Strokes. Y es que poco se puede hacer para no contagiarse con tantos ganchos guitarreros, tanto sex appeal y tantos cuerpos enardecidos que te hacen rebotar de un lado a otro.
Entre las decepciones están: 1) las que no lo son propiamente dichas, porque uno tiene algo de gusto y sabe que en los mejores escenarios siempre habrá bandas de relleno, como Futureheads, The Kooks, o The Rakes; 2) las ajenas, porque nunca fuimos fans pero teníamos buenas referencias de grupos como Placebo y Mojave 3; y 3) las personales, porque no podemos creer que un ícono trasnochado como Morrisey sea tan encantador, obeso y egoísta a la hora de elegir su repertorio.


En conclusión, incluso dejando de lado las actividades paralelas (cine, moda, arte, etc.) que nunca queda tiempo para ver, el FIB es una suculenta experiencia de camping hedónico-musical, una sobredosis de música, sol y bikinis que por más que pasen los años nos tentará repetir siempre.

PRIMAVERA CLUB (1-2/12): SALVADO POR CESÁREA
Otro festival nacido el año pasado, hermano menor del Primavera Club, pero que a diferencia del Summercase no nació con suerte. Un cartel con pocas atracciones (o para ser mas justos, sin abundancia de atracciones) sumado a un local inapropiado se tradujo en poco público. Lastima que mi acreditación no me permitió ver a Jacky-O-Motherfucker ni a Cat Power, pero dudo que el concierto de los primeros supere al que vi en el 2004 (entre no más de 20 afortunados) y por el segundo puedo esperar si prisa otra oportunidad. Lo que si me llamaba la atención era Autechre. Quizás fue el primer grupo de electrónica del que me volví fan y aunque ya los tenía un poco empolvados, me hacía mucha ilusión imaginarme como triturarían mis sentidos en vivo. Pero la realidad fue que, en directo, los de Sheffield sonaron como sonámbulos, sin energía ni sorpresa, drum n’ bass descalabrado que ni siquiera contó con visuales para echar algo de luz a estas almas perdidas en los oscuros algoritmos del MAX/ESP.

Como otra cara de la moneda, la mecánica simple, armoniosa y perfecta de ESG. La mejor y más sexy fórmula de ritmo que he escuchado. Las adoro. Dentro de esta moda de tocar enteras sus viejas obras maestras, Teenage Fanclub interpretaron el Bandwagonesque. Como era predecible, el resultado fue entrañable y casi excepcional. Bajando unos grados y poniéndonos al nivel de lo eficaz, bandas como The New Pornographers, Sparklehorse y They Might Be Giants entregaron rock de oficio, es decir, buenas composiciones, limpio sonido y una performance que no paralizó ninguna conversación.


The Rapture si me sorprendieron, porque los había visto unos meses antes en un directo más bien flojo y breve. Esta vez se redimieron y ofrecieron nada menos que el mejor concierto del festival. Descargas de energía y un repertorio efervescente dio como resultado un gratificante feedback de éxtasis entre la banda y el público. Les siguieron en intensidad los Art Brut y Cansei De Ser Sexy, celebradas nuevas bandas que además de vigorosas canciones tienen la suerte de contar con verdaderos show(wo)mans. A pocos cantantes he visto enloquecer sobre el escenario como a Eddie Argos, y ya se pueden imaginar el desparpajo punky que puede derrochar una adolescente brasileña, de rasgos orientales y cuerpo rollizo cuando se pone el seudónimo de Lovefoxxx.



Todo esto suena a quimera, pero la realidad es mejor. De hecho, esto es sólo el recuerdo comprimido de lo que en su momento fue amplificada felicidad. Sólo una hebra de lo que es todo un tapiz de historias y emociones, ya que como he dicho hay muchas bandas que se te escapan, así como otras que repites para bien o para mal. Ojala pronto pueda ver a Black Rebel Motorcycle Club, Black Heart Processión, Controller.Controller (posibles), Bowie o The Residents (soñados). ¡Y este año sobresalen (para comenzar): Patti Smith, Spiritualized, Barry Adamson, Buzzcocks, Fennesz & Mike Patton, Grizzly Bear, Dirty Three, The Durutti Column (en Primavera Sound), Iggy & the Stooges, !!!, Animal Collective y The Hives (en el FIB); Air, DJ Shadow, Jesús and Mary Chain, OMD y PJ Harvey (en Summercase)!

22.2.07

Traduccion al vuelo y navegando por la web de Suicide Girls




me gusta mi cuerpo cuando esta con
tu cuerpo. es una cosa tan nueva.
los músculos son mejores y los nervios más.
me gusta tu cuerpo. me gusta lo que hace.
me gustan sus comos. me gusta sentir la columna
de tu cuerpo y sus huesos, y la trémula
-firme- suavidad que yo una
y otra y otra vez
besaré, me gusta besar esto y eso de ti,
me gusta,, suavemente golpear el, chocante vello
de tu eléctrico pelaje, y el que-es-eso viene
sobre la carne que parte… y los ojos grandes migas de amor,

y posiblemente me gusta el estremecimiento

de tí debajo mío tan nueva

E.E. Cummings

16.2.07

La trinidad del baile rosa



Ayer me gané unas entradas y pasé a ver a The Pinker Tones en el Apolo. Hace tiempo que no veía a unos Dj's tan eclécticos e intensos. Sobre una base rítmica techno se metamorfoseaban secuencias de funk, heavy metal, pop, y un sorprendente etcétera. Realmente la pasé bien con su frescura y bagaje musical. Y para probar esto del youtube, ahi va un vídeo.