20.11.06

Ultimos libros leídos:


Rosario Tijeras - Jorge Franco Ramos. Hay que reconocer que esta mítica novela colombiana puede no ser original y es más bien bastante digerible con su lenguaje cinematográfico, pero demuestra que las novelas que te pueden emocionar aún existen. Más una historia de amor que una de violencia (esta queda siempre, diríamos "fuera de campo") Rosario Tijeras no tiene la poesía explosiva de La virgen de los sicarios, por ejemplo, pero por sobre la dominante funcionalidad de su lenguaje logra asomar la suficiente belleza para redimirla.

¡Que viva la música!
- Andrés Caicedo. La primera vez que leí esta novela era muy joven. Quizás no tanto como los personajes que la habitan, pero si lo suficiente para no reconocer los abismos en que estan permanentemente cayendo. La obra de Caicedo puede responder siempre a este modelo de caída en la locura y la sordidez, los personajes pueden clonarse y los escenarios repetirse como un purgatorio, pero por más variaciones que haga nunca pierde su fuerza, misterio y belleza. Muchos demonios debía tener el escritor, y algunos tambien hay que tener uno mismo para degustarlo como se merece. Una obra maestra.

El lugar
- Mario Levrero. Una sorpresa descubierta en la blogospera literaria peruana. El escritor uruguayo, además de ser un estilista de la precisión, es uno de los pocos latinoamericanos que se asoma al horror sin perder la cabeza, tan sólo como si se tratara de una tabla de ajedréz. El lugar es uno de los relatos que más honor hace a su estirpe kafkiana. Espero encontrar más libros de él en España.

Las vírgenes suicidas - Jeffrey Eugenides. Si no hubiera leído tantos elogios, nunca me hubiera animado a coger este deslumbrante debut, híbrido ejemplar de técnica periodística y el aliento gótico muy a lo Casa Usher de Poe. A su lado, el filme de Sofía Coppola es un aviso publicitario, completamente ajeno a las sombras, al lirismo pantanoso y al humor negro del libro. Aunque la traducción de Anagrama o esta nada mal, valdrá la pena releerlo en su idioma original.

Minority Report y Scanner Darkly- Philip k. Dick. Últimamente no soy un gran lector de cuentos, pero no por ello he dejado de sentir la pegada de esta colección, que contiene, dentro de su respeto por el canon formal, los cuentos fantásticos más asombrosos y turbadores con los que me he topado. Como en una de sus historias, Dick escribe cuentos que pueden pasar por ejercicios de ciencia ficción pero en verdad contienen o transportan mensajes menos lúdicos y más peligrosos. No pude estar sin leer Scanner Darkly demasiado tiempo luego de ver la película. Paranoia, drogas, juegos de identidad (con sus consiguiente estrategias narrativas) y sobre todo mucho corazón y piedad ante sus personajes. Novela anti-utópica, negra, contracultural y futurista. Más legible que Burroughs y no menos escalofriante.

Sin noticias de Gurb y El año del diluvio de Eduardo Mendoza. Si fuera angloparlante seguramente no diria esto, y me decantaría más bien por John Kennedy Toole, pero ya que no es así, debo reconocer que las novelas cómicas de Mendoza son los libros que más me han hecho reir. Sin noticias de Gurb me retrotrae al Mork de Mork & Mindy pero cruzado con el Lazarillo de Tormes y no encerrado en su piso de sit-com. Ignoro los antecedentes picarescos de la literatura catalana, por lo que el humor de Mendoza me parece la mejor experiencia de humor ibérico que puedo recomendar. No cabe duda que La verdad del Caso Savolta y La ciudad de los prodigios son novelas magistrales en su manejor de los géneros policiaco e histórico, y una de las mejores aproximaciones a la historia de Barcelona, pero son novelas como ésta y el ciclo del anónimo y díscolo detective que resuelve a tranconos sus sátiras noir. Al lado de éstas, El año del diluvio es un ejercicio menor de romance folletinesco, muy bien escrita y estructurada, como siempre, pero carente de la originalidad esperable, tal vez por tratarse de un campo minado por un contingente que va desde Corín Tellado hasta García Márquez.

El asco. Tres relatos violentos
e Insensatez de Horacio Castellanos Moya. Dentro de las recomendaciones latinoamericanas de Bolaño, uno de los nombres que más ganas tenía de leer era el de este escritor hondureño, a quien comparaban como versión latina de uno de mis escritores mas admirados, Thomas Bernhard. Del primer libro, compuesto por tres relatos breves, el mejor y más célebre es El asco (Thomas Bernhard en San Salvador) (2000), donde utiliza la voz del austriaco para urdir una genial mezcla de parodia y homenaje estilístico (con cameo incluído). Pero lo que en Bernhard es angustia y rabia ácida contra Salzburgo y sus compatriotas, aqui se transforma en un terror delirante que dinamita toda la sociedad salvadoreña. Castellanos Moya dice haber encontrado en la voz de Bernhard el mejor estilo para vomitar su repulsión patriótica, lo dice como un imitador que se disfraza de otro para hacer reir pero también para lanzar bombas de mierda, protegido por el aura de la comedia, a sus enemigos. Sólo con este relato hizo con San Salvador lo que cada país merece que alguno de sus escritores se atreva a hacer con él. No he leído otras de sus obras, pero con Insensatez (2004) me da la impresión que el acento bernhardiano se va alivianando y españolizando; ya no se sienten tanto los tics obsesivos que calcaba el hondureño de su maestro, aunque todavía usa los leit motivs repetitivos, el insulto mordaz y el monólogo transtornado como vehículos para saldar cuentas con su corrompida sociedad centroamericana. Cual un Borat en shock philipkadickiano.

About a Boy de Nick Hornby. Hay escritores como Castellanos Moya, que ponen a prueba tu tolerancia , y hay otros como Hornby en quienes lo más duro de sobreponerse puede ser a la cara de Hugh Grant, que si tienes la mala suerte de haber visto el filme antes acompaña al narrador por lo menos en el primer tercio del libro. Hornby es de esos escritores simpáticos que lo único que quieren es hacerte pasar un buen rato con su humor e ingenio, perfectos para acompañar su lectura con un té y unas galletitas. Escriben novelas pulcras e inteligentes dentro de los límites de la amabilidad, y si se dan la libertad de rozar el cinismo, la inmoralidad o la pedantería sólo es para triplicar esa dosis de atrevimiento con una de redención bonachona. Sólo espero volver a tener un libro suyo a la mano si paso por un periodo de extrema angustia o depresión.

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